miércoles, 11 de abril de 2012

¿Por qué creo en los extraterrestres?


Yo, como algún porcentaje de la gente de bien, fui a un colegio de curas.

Con todo respeto hacia ellos debo confesar que me instruyeron muy bien en ciertas materias (por lo cual les estaré agradecido el resto de mi vida), pero no fueron capaces de convencerme en algunas otras (por lo cual les estoy más agradecido todavía).

Mientras el “Sumo Sacerdote” nos hablaba de los quehaceres de nuestros antepasados, de la Palabra que se había difundido entre los hermanos con tan buen criterio y de las extravagantes historias que sucedieron hace tanto ya tiempo, yo contaba los segundos hasta que dijera la frase que todos esperábamos oir : “Podéis ir en paz al recreo y cuidado al bajar las escaleras”.

Me pasé 12 años esperando a que dejaran de implorarme que tuviera fe, convencido de que en algún momento pondrían por fin las cartas sobre la mesa en ciertos temas de las historias del Gran Libro.

Demasiadas incógnitas, demasiados cabos sueltos y muy pocas ganas por su parte de dar explicaciones.

Las preguntas que me hacía eran tales como:
  •           ¿Por qué cada vez que una historia no se sostiene me dicen que tenga fe? ¿Qué es lo que están buscando actuando de esa manera?
  •           ¿Tendrán razón? ¿No la tendrán? ¿Estarán igual de confundidos que yo pero tienen que seguir a rajatabla los requisitos del contrato con el colegio?¿Están completamente seguros de lo que están hablando porque realmente saben de lo que hablan?
  •           ¿Creerán ellos en las historias que cuentan? ¿Cuando le entran las dudas recurren con ellos mismos al tema de "tener fe?
  •           El tiempo que “pierdo” (o no soy capaz de aprovechar) asistiendo a las misas o a las clases de religión ¿no se pueden aprovechar de otra manera? Por ejemplo, contando las mismas historias pero, en lugar de en una capilla, en un taller de marquetería. De esta manera se podría escuchar La Palabra mientras se modela una figurita de madera o se hace un dibujo relacionado con el pasaje que se esté enseñando.
  •           Y la más importante para mi ¿Por qué tengo que confesarle los pecados a mi profesor, con el mal rollo que da eso?, ¿No será mejor confesárselos directamente a la parte interesada, Dios, el Cual por otra parte se supone que ya los sabe?
Mi impresión al dejar el colegio, en temas de religión, fue la de haberme perdido algo. Bien porque no fui capaz de entender. Bien porque no fueron capaces de explicar.

De toda la información con la que me abastecieron  saqué un par de conclusiones :
  •           Hay que ser bueno (o por lo menos procurar no ser muy malo)
  •           Todas las historias de La Biblia y de la religión en general son una milonga.

En los últimos diez o quince años he sido creyente, agnóstico, ateo, y agnóstico (en ese orden), hasta que en cierto documental, de cierto canal de documentales de historia, relacionado con ciertas teorías de cierto suizo, comencé por fin a escuchar respuestas con cierto sentido a las preguntas que mis instructores me contestaban con un “Hay que tener fe”. Y todas estas respuestas que se daban en dicho documental se relacionaban directamente con la existencia de gente realmente preparada y avanzada tecnológicamente (terrestres o no) habitando La Tierra en épocas en las que el ser humano vivía en cuevas y cazaba “a pelo”.

La primera vez que lo vi (http://www.youtube.com/watch?v=bLQB5O956yo) pensé que podía ser realmente la solución a todos los cabos que quedaban por atar. Que si se cambia un carro de fuego por un avión, y unos ángeles por paisanos normales y corrientes con reactores atados a la mochila todo encajaba perfectamente.

 Comencé a pensar que quizá la gente de cientos y miles de años no amontonaban piedras enormes por amor al arte, sino que el objetivo principal iba más allá de  facilitarle su viaje al otro barrio al líder pertinente.

 Comencé a estar más convencido a medida que iba relacionando leyendas e historias religiosas en las que antes no creía con situaciones que se podrían dar hoy en día perfectamente.

Una nube que tira comida a la gente del desierto y es capaz de mantenerlos alimentados unos cuantos años, un dragón que escupe fuego y un carro volador que mete muchísimo ruido cuando llega y cuando se va. En estas tres historias los elementos sobrenaturales pueden sustituirse perfectamente por aviones, helicópteros o naves espaciales.

Para no meterme en el tema de los seres extraterrestres (en los cuales creo, porque me cuesta creer que con lo grande que es esto no los haya) procuro pensar en estas teorías (en las cuales creo también) como situaciones que se pueden dar hoy en día  entre seres humanos. Esto es, comparando al egipcio o al maya de hace pila de años con una tribu perdida de la actualidad, y a los Dioses de aquella época con un ciudadano de hoy en día y las tecnologías que se gasta.

Sin ánimo de menospreciar al integrante de la tribu perdida, entendería si se sorprendiera al ver un walkman, un ordenador portátil o un cohete espacial. Tampoco me extrañaría que idealizara e hiciera reverencias varias al portador de dicha tecnología.

Lo que realmente me ha llevado a creer que ciertas leyendas no tienen porque no ser ciertas es el hecho de que son muchas y muy similares, distribuidas por zonas del mundo muy distantes entre sí, y que en ocasiones sería demasiada casualidad la concordancia entre ellas.

 Unos monumentos gigantescos, con la misma forma y la misma orientación, pero separados por un Océano de distancia. Unas adoraciones desorbitadas a unos Dioses preocupantemente similares tanto aquí como allá. Una común afición por adornar las fachadas de sus construcciones con jeroglíficos y juegos de palabras cuya temática principal son los Dioses y sus descendientes.

Yo me pongo en el lugar del maya /egipcio/griego de la época, y se me ocurren mil cosas que hacer antes que adorar de tal manera a seres superiores, a menos que esté completamente seguro de que esos seres existen y además son superiores.

 Siempre me extrañó que esa fuera una práctica tan habitual en distintas partes del mundo no conectadas entre sí. Supongo que eran otros tiempos. Por esa razón nunca he estado seguro de si las civilizaciones antiguas estaban compuestas por un rebaño de descerebrados gobernados por el listo de la clase, o por el contrario su gente sabía perfectamente de lo que iba esto y los que no nos enteramos de la película somos los de mi quinta.

Ahora cuando digo en alto que creo en extraterrestres y en la teoría de los alienígenas ancestrales la gente me señala y me dice cosas.

Pero una vez medio aclarado mi punto de vista, daré gracias a Dios (dudando de que me esté escuchando realmente, pero sin descartarlo del todo) por este grato día con el cual me ha obsequiado, y esperaré despertarme mañana por la mañana igual de convencido que hoy de que no estamos solos.

Un saludo,

  El Niño Salvaje

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